Las últimas experiencias en el mundo entero (la pandemia, gobiernos autoritarios, golpes de estado, guerras intestinas, cambio climático, incremento de la población con hambre, pérdida de la biodiversidad, etc.), nos deben hacer ver el desarrollo social desde otra óptica, la cual nos permita reorientar nuestro camino como humanidad, pensando en las personas y no sólo en el simple crecimiento desmesurado y de unos pocos, reto este, que debe ser asumido con total responsabilidad por los gobiernos y la sociedad civil en general.
No es nada alentador saber que en la última década más 100 millones de personas se han visto obligadas a dejar sus hogares en búsqueda de protección. Según cifras de la ACNUR, en el año 2020, 24 millones de niños cruzaron fronteras a causa de los conflictos internos y la violencia, 2 millones de niños y jóvenes refugiados no van a la escuela debido a la pandemia y el 74% de los refugiados sólo puede satisfacer la mitad o menos de sus necesidades básicas.
La pandemia del coronavirus ha propiciado la pérdida de millones de empleos a nivel mundial, circunstancia que agrava la situación de las familias que dependen de las remesas que envían sus familiares desde los países desarrollados.
Estas falencias no se presentaron con la pandemia. Las fallas fueron expuestas y agudizadas por el coronavirus y son estructurales en todos los niveles políticos, sociales, económicos, medio ambientales, laborales, etc.
En su presentación a la Asamblea General de las Naciones Unidas de las prioridades para el año 2021, el Secretario General Antonio Guterres, dijo que: “Está claro que los desafíos a los que nos enfrentamos exigen un multilateralismo más inclusivo e interconectado. También he pedido un Nuevo Pacto Mundial entre los países que haga posible una distribución más amplia y justa del poder, los beneficios y las oportunidades”.
Estos desafíos, como lo dijo el Secretario General de la ONU, clamor ya generalizado en el mundo entero, se deberán asumir por los líderes mundiales con perspectivas de equidad social, en la que se realice una distribución del ingreso equitativa, que implique mayores oportunidades para las familias de solucionar sus necesidades básicas y que puedan obtener los frutos de sus trabajos en sus hogares. Es sin duda un Nuevo Pacto Mundial.
En esta nueva perspectiva, debemos alentar la utilización energías limpias en la producción que conlleven la protección del medio ambiente. Así mismo, la innovación en los procesos productivos es de suma importancia para que se produzca más, con menos utilización de recursos naturales.
Sin duda estamos ante la mejor oportunidad de cambiar el mundo con la visión de humanidad, con la mira puesta en solucionar, entre todos los integrantes de esta gran familia humana, los problemas que nos aquejas desde tiempos ancestrales y que nos permitirán llegar al desarrollo humano generalizado y responsable con el medio ambiente.
Oscar Fernando Miranda es abogado especialista en Derecho Procesal y en Gerencia, Gobierno y Asuntos, Auditor Interno y docente Universitario, Coach Internacional y Máster en liderazgo y desarrollo organizacional. Experto en instrumentos de manejo y control ambiental para el uso y aprovechamiento de los Recursos Naturales y la biodiversidad.
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