Nuestro planeta, la Tierra, está conformado en su mayoría (70%) por agua. Gran parte del agua del planeta la encontramos en los océanos y mares; es decir, que esta no es potable o apta para el consumo humano. Solo el 2.5% del agua que disponemos es potable. Esta situación impone grandes desafíos a los habitantes de la Tierra.
Según UNICEF, uno de cada tres personas no tiene acceso a agua potable. Esta cifra es aterrizada por la OMS cuando afirma que, 2.200 millones de personas en el mundo carecen de un suministro seguro de agua potable.
El acceso seguro al agua es un reto relevante en la actualidad, toda vez que se observa con preocupación que, en países de Latinoamérica, por ejemplo, es deficiente el tratamiento de las aguas servidas o residuales, las cuales son vertidas en los afluentes naturales ocasionando la contaminación de ríos con sustancias químicas y/o metales pesados nocivos para la salud humana.
En medio de circunstancias difíciles y falta de recursos se desarrolla la vida de Madhu Vajrakarur, un ingeniero eléctrico de la Universidad de Andhra Pradesh, India, y el protagonista de esta historia que fácilmente podría ser llevada al cine o a las grandes plataformas de streaming como Netflix. Y no es una exageración, dado que en 2019 se estrenó en esta plataforma digital, una película que narra la historia de un chico residente de Wimbe en República de Malaui, África, que con ocasión de la hambruna que afligía a su comunidad, se propuso de manera autodidacta la construcción de una turbina eólica que facilitara el acceso al agua de pozos naturales para regar los cultivos y producir la comida necesaria para que su pueblo no muriera de hambre.
Haciendo semejanza con esta película, El niño que domó el viento (2019) Madhu Vajrakarur vivió desde niño, las adversidades relacionadas con la falta de los recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas humanas; especialmente, la falta de agua limpia y electricidad. En este ambiente de precariedad y múltiples retos económicos, se desarrolla el personaje de nuestra historia, el cual en su infancia se fijó en la importancia del suministro eléctrico y del acceso al agua para su comunidad.
Este valeroso héroe, se propuso crear una máquina que permitiera transformar la energía producida por la fuerza del viento y capturar de la humedad del aire el líquido vital que tanto necesita su pueblo. Los frutos no se vieron de inmediato. Se necesitaron 16 años de trabajo y esfuerzo para que pudiera ofrecer a su comunidad, una solución económica y vanguardista en el tema de la soberanía energética y de acceso a agua potable.
La turbina eólica de Madhu, tiene una capacidad de producción de 30 kWh de energía y 80-100 litros de agua al día. De esta forma, este ingeniero proporciona a su comunidad una solución eficaz al problema relacionado con el acceso a la electricidad y al agua de alrededor de 25 familias.
El genio nacido en Andhra Pradesh, como ha sido llamado por lo bondadoso de su trabajo, es motivo de orgullo para todos los habitantes del país. Su trabajo duro y esfuerzo constante ha sido reconocido incluso por el Primer Ministro de la India, Sr. Narenda Modi, para quien la tecnología ofrecida por Madhu es significativamente benéfica para que las personas se sientan aliviadas en el pago de facturas eléctricas y puedan acceder al agua de una forma más económica. Y es que el acceso al agua en India no es una cuestión minúscula. El problema tiene unos efectos económicos muy trascendentales. No obstante, que el agua se abastece a través del sistema público de acueducto, la mayoría del tiempo este líquido no se encuentra en condiciones aptas para el consumo humano; la ingesta de agua no potabilizada puede causar diarrea, el cólera, disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis.
Las fuentes de agua subterránea en India se ven afectadas por múltiples factores de contaminación; exceso de arsénico, fluoruros y metales pesados, así como la salinización que afecta los afluentes; dado que una vez que el agua salada se filtra en los reservorios de agua dulce se transforma en agua no potable. Es el caso de los habitantes de Mangamaripeta, en la Bahía de Bengala, quienes ven como los niveles del Océano Índico aumentan ocasionando que el de los depósitos de agua subterránea sean inutilizados por periodos de tiempo considerables.
Casi la totalidad de habitantes de la India depende del mercado de agua embotellada para beber y cocinar. El suministro público es deficiente y solo hasta el año 2022, tiene presupuestado el gobierno que podrá garantizar el acceso al agua potable para toda la población del país. Esta proyección es desalentadora para los habitantes que desconfían de las instituciones públicas del país, hecho sumado al alto costo que requiere el tratamiento del agua residual, el cual asciende a los 375 millones de euros, de acuerdo con un artículo del medio de comunicación dw.com
Por esta razón, el éxito de Madhu Vajrakarur, es de proporciones semejantes a los vistos en la película El niño que domó el viento, una película bien recibida por los críticos de cine y que invita a reflexionar sobre las cuestiones climáticas, políticas y de desarrollo humano. En el mismo sentido, Madhu, quien con su ejemplo de innovación social ofrece una nueva forma de concebir el éxito empresarial; un mensaje de cambio en el paradigma del progreso de la sociedad.
El éxito en la innovación social radica en la posibilidad de generar la mayor cantidad de bienestar posible a los todos los integrantes de la sociedad. No tiene sentido en la actualidad, medir el éxito por los rendimientos económicos que genere una idea; dadas las condiciones de inminente catástrofe ambiental, ocasionadas por los cambios abruptos que presentan en materia climática; incendios, inundaciones, heladas y nevadas; si no también a nivel epidemiológico; donde la humanidad como especie, se encuentra al filo de la extinción. De nada serviría entonces, tener muchos dígitos en el banco o una bóveda repleta de dinero, si no quedan personas para la realización del intercambio de bienes y servicios.
Solamente de nosotros los humanos depende la supervivencia de la especie en el planeta. Muchas personas en este momento están pasando por situaciones difíciles; hambre, enfermedad, insatisfacción de necesidades básicas, entre otros problemas más; demos reconocimiento a innovadores sociales, como Madhu; y demos paso al éxito social olvidándonos del éxito financiero que se mide por la acumulación de dinero. Seamos exitosos por dar empleo, proporcionar condiciones de vida digna y bienestar; dar alegría a los niños necesitados y apoyemos el nuevo paradigma del éxito, tomemos como ejemplo el caso del exitoso Madhu Vajrakarur.
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